Hablan los que escriben. Hoy responde: Esteban Schimdt

Compro la Rolling Stone desde el primer número. Antes, leerla me hacía sentir inteligente. Creía que esa lectura me elevaba por zonas mucho más riesgosas que la gente que leía, por decir algo, Paparazzi. Eso pensaba. Ahora la sigo comprando, más por costumbre que por otra cosa, y solamente la hojeo. El tiempo nos despega de ciertas pasiones juveniles, pasiones hijas de la inexperiencia y el desconocimiento. Pero sí me detengo a leer con mucha atención, pongo el freno de mano en esa carretera de lectura fácil, cuando aparece una nota que lleve la firma de Esteban Schmidt.

Me sentía extraño leyendo sus notas de política. Una materia que no me interesaba en lo más mínimo. Yo era de esos nenes que consideraban que rebeldes era los de CQC. Estaba sumergido en esa nociva concepción que no permiten que la pureza de la inteligencia te pueda limpiar la cabeza. Por eso cuando llegué por primera vez a las notas de Schmidt, pude descubrir el poder del sentido común y la fuerza de la escritura pueden hacerte atractivo un tema al que nunca en tu vida le hubieses prestado ni un poquito así de atención.

Y también están los dailies que escribe para TP. Es interesante descubrir la trascendencia que tienen con el tiempo. Se mantienen en pie sin fisuras y pueden explicar los mecanismos que hacen funcionar la maquinaria política. Son textos que se despegan de lo cotidiano, que buscan laburar en el terreno de la reflexión que siempre es mucho más interesante que contar “lo que pasa”.

Habría que decir acá, ya que estamos, que le gusta confrontar, debatir. En definitiva: discutir. Y entendamos esto como la posibilidad de abrir el campo para el intercambio sano de ideas, percepciones, que puede ayudar a que la vida no nos pase por encima y nos cargue errores ajenos. Ahí está en Ñ esa nota sobre la literatura peronista para comprobarlo.

Mi último cumpleaños, Patricia, que me escuchaba cuando yo le comentaba las notas del tipo enojado o feliz con él, me regaló The Palermo manifesto.
Un libro que escapa a las taxonomías fáciles y que por momentos cobra un vuelo increíble que tiene que ver con la propuesta estética del escrito: un orador frente a una multitud declamando su furia frente a lo perdido del país que siempre prometió y nunca hicimos nada por estar a la altura de esas promesas.
Es un libro un poco peligroso si uno se somete a su propuesta, que puede despertar violencias guardadas en el altillo del alma. Por eso cuando iba por la tercera lectura dije basta. Ya había rayado demasiados autos.
De eso se trata, de producir algo más en el lector que pura paja para la mente.
Y todo por haber leído un libro.


Hoy responde Esteban Schimdt

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
Seguro que no son los primeros, primeros, porque la memoria no puede ser tan buena. Diría que en lo más atrás que puedo ir, mis primeros libros fueron “Los hijos del Capitán Grant” de Julio Verne y “Corazón” de Edmundo de Amicis.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
Y…, pasa que cuando sos chico te regalan, o te regalan a pedido, no sé bien. Como digo en la primera respuesta, tengo la sensación de que el primer libro que tomé de un estante de libros y pedí que me lo compren fue “Vamos a calentar el sol” de José Mauro Vasconcelos y fue en el Hogar Obrero de Rivadavia al 5100.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
No, nunca robé, me parece una vergüenza esa jactancia del robo de libros.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Pienso que “Corazón”, luego “Demian” de Hesse, y muchos años después “Viaje al fin de la noche”, de Celine.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Que no me duela la cabeza, luz cálida, y conexión a internet.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
Bueno, están esas cosas que te hacen hacer en la escuela que no puedo recordar. Pienso que de adolescente en primer año hice algunos comentarios de fútbol por escrito, muy en la onda de los resúmenes de partidos que salían en El Gráfico. El año siguiente, en el 82, me preparé para hacer un resumen por cada partido del mundial de España pero el final de la guerra de Malvinas me impactó de una manera muy grande y lo discontinué enseguida y lo que siguió fue escribir volantes, declaraciones políticas. Muy, muy pobres, obviamente, muy inocentes.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Buen, debe haber sido algún artículo en la revista del Centro de Estudiantes. Profesionalmente recuerdo mi primera nota en Página/12 con mucho afecto. La última vez que la leí no me dio vergüenza.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?
Bueno, nada específico. Escribo todos los días en documentos que abro al mismo tiempo y que tienen distintos temas en foco. La vida en la UCR en los años ochenta, el periodismo de los noventa y los dos mil, el proceso creativo y la enseñanza de la escritura.

9-Un libro imperdible
Crimen y castigo.
Gracias, Esteban

Patricia sabe

Vía Prósopon
Sucede

Apuntes sobre el proceso creador1

Patricia Suárez


Para S.T.M.

1.Uno es culposo. Uno quiere pasarse el tiempo escribiendo. Uno quiere que todos sus escritos sean hijos magníficos. Uno cuando escribe es el alter ego de Amadeus Mozart y no de Salieri. Esta felicidad se da cuando uno escribe y la escritura sucede, se escribe sola, la conexión con el inconsciente es óptima, está a flor de piel, en la yema de los dedos. Pero cuando uno se sienta a la página y la página se rebela y se porta como una mula, uno ni siquiera es el alter ego de Salieri, no. En esos casos uno se merece trabajar de sol a sol en una fábrica metalúrgica, en el segundo subsuelo del Banco Provincial, en el puesto más hórreo de las minas de carbón; uno, resumiendo, se merece la muerte.

2.Seamos honestos: la escritura sucede en un porcentaje de 2 sobre 100. El resto, ya lo sabemos. Es un ejercicio de paciencia para con uno mismo. De autoconocimiento, de consolación. Beethoven dijo: "El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación". Y Georg Christoph Lichtenberg: "Por lo menos una vez al año todo el mundo es un genio". Reconozcámoslo: uno no es un genio o es un genio una vez por año.

3.No hay trucos, hay deseo. Hay deseo de contar una historia que uno ya tiene en la cabeza y no sabe cómo hacerlo, o bien hay deseo de que una historia se manifieste para ser escrita. En general, ambas cosas se resuelven a través del tiempo, del transcurso de los días. Hay que dejar el cerebro en paz: obsesionarse no sirve, estanca. Dios hizo el mundo en siete días y uno estuvo nueve meses para nacer: hay que darle tiempo al tiempo para que obre. Pero uno no puede estar pasivo. Esa mala yegua de la musa inspiradora no baja porque uno la necesite. Es mujer: hay que citarla, llamarla quince veces por teléfono, para que se niegue unas trece, tomar cinco cafés, dos cervezas, dos cenas, para obtener un beso, y quién sabe cuánto esfuerzo demande el placer final y definitivo.Uno tiene una imagen. Una escena, un personaje, un objeto, una frase, un olor, un sabor, un recuerdo, una ilusión.2 A veces, esta imagen se acopla con otra y hacen una idea3. A veces no hacen nada: pocas veces con unas imágenes se logra el plan de la obra. Hay que seguir buscando. Un auxiliar irreemplazable es la libretita de notas. Anotar todo. Cosas nimias, nombres posibles del personaje, descripción física4, colores, voces. Cómo hablan los personajes. Uno se convierte en una especie de artista de Hollywood, esos que actúan según el Método Strasberg (dicen), como Robert De Niro, y para componer un personaje se la pasan estudiando en qué ambiente vive, cómo es, qué sueña, qué habla5. En general, este proceso de búsqueda llega a sus primeros resultados al cabo de una semana de iniciado. Aquí comienza todo. Uno se sienta, se enfrenta a la página, anota las impresiones, ideas, cosas sueltas6. Escribe un par de diálogos, un par nada más, sin presión. Luego uno se levanta, se marcha y sigue con la vida de todos los días. A menos que los personajes clamen por ser escritos, cosa que rara vez sucede cuando uno se enfrenta al material por primera vez, lo ideal es cortar el trabajo. Irse, dar una vuelta por ahí, dejar fluir la otra parte del cerebro. Todos sabemos que un hemisferio del cerebro sirve para una cosa y el otro para otra, pero uno ni siquiera sabe cómo funciona uno mismo a la hora de escribir. De hecho, uno no es una máquinas, no funciona: uno existe.

4.Luego de este recreo, que puede durar un rato o días enteros, las imágenes cobran carnalidad. Si bien esta nota adolece de un lenguaje quizás en exceso sencillo y escrito en el mejor estilo doña Petrona de Gandulfo, las metáforas culinarias son muy apropiadas para la temática. Hasta ahora tenemos harina, sal, agua. Hay que dejarlo levar. Leva, leva, y entonces aparece la masa. De pronto uno sabe el nombre del/los personajes7. Isidoro Blaisten contó en una entrevista que una vez estaba en un cafetín y escuchó a una señora llamar a sus hijas: "Pamela, Tamara, vamos"; y él pensó "el cuento ya está escrito". El conocimiento de esa corazonada se cultiva con el oficio, como todo lo que uno conoce a través de su cuerpo: hay que estar atento, muy atento: es el momento de la iluminación. Uno lo puede percibir afinando la atención: estar atentos no estar pasivo, todo lo contrario. "Hazme atento a la roca", pedía Rilke en un verso. Así, uno comienza a escuchar frases, la manera de preguntar, las inflexiones, los acentos, lo que ese personaje calla.8 Ya tenemos algo entre manos, no sabemos bien qué es. De esta manera, uno vuelve a sentarse y escribe otras líneas. Recomendaba Juan Rulfo: "Considero que hay tres pasos; así como en la sintaxis hay tres puntos de apoyo: sujeto, verbo y complemento, así también en la imaginación hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar, es decir, darle forma. Estos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia." Entonces nos enfrentamos al problema del personaje y el otro, el protagonista y el otro: ¿qué quiere? "Los personajes -dice Pirandello- no deben aparecer como fantasmas sino como realidades creadas, construcciones inmutables de la fantasía: más reales y más consistentes, en definitiva, que la voluble naturalidad de los actores". Un personaje tiene vida propia. Escribe el Neil Simon: "Nunca visualizo cómo se verá una obra en la escena, sino que visualizo cómo se ve en la vida. Visualizo esa habitación donde la madre está consolando al padre. Uno ve a tantos escritores con la mirada perdida en el espacio. No es que estén viendo nada, sino que están visualizando lo que piensan." Cuando uno desea escribir sobre la historia o sobre algún personaje histórico, debe investigar. Dicho así esto parece una perogrullada, pero la verdad es que siempre algún trasnochado puede pensar que los personajes se manifiestan con toda su realidad histórica y contextual, como si el autor fuera un médium. No: hay que ir a los libros. En muchos casos, sobre todo si uno es obsesivo, debe fijarse un límite de tiempo en la investigación: hacerlo durante una quincena, un mes, dos meses. De lo contrario se corre el riesgo de naufragar en la investigación y perder el deseo de escribir. Este deseo es un hormigueo en los dedos de la mano, en la pupila, hace latir el corazón, produce insomnio, alegría y sufrimiento: a lo único que se parece es al enamoramiento. No puede uno desprenderse de ese deseo. Pero claro, si uno va a distraerlo, enfriarlo, dispersarlo, entonces el deseo muere, como moriría cualquier deseo. Uno es la vestal que está obligada a mantener la llama viva, bajo pena de muerte.

5.Una vez que uno ve a los personajes, viven en uno (uno, por ejemplo, sabe qué hacen cuando se enojan, cuando están tristes, qué les pasó en la adolescencia, hasta qué cosas comprarían en el supermercado), el problema se traslada a la interrelación: ¿qué les pasa? ¿cuál es el conflicto entre ellos? ¿qué es un conflicto? ¿tiene que haberlo necesariamente? Uno echa al aire, una, dos, doce hipótesis. Prueba, boceta. La escritora Hebe Uhart considera a la escritura del cuento -también la dramática entendida de esta forma- es una artesanía: uno construye poco a poco, muy atento a los detalles, sin prisa y sin pausa. Decía Isak Dinesen que ella escribía un poco todos los días, sin esperanza y sin desesperación. El mejor método. El conflicto es un enfrentamiento por deseos contrapuestos, encontrados, diferentes9. Pero una obra puede carecer de conflicto, puede simplemente exponer dos puntos de vista, una situación, etcétera. Y no se convierte por esto en una mala obra. Cada uno debe seguir su propio pulso: tampoco los conflictos suelen tener toda la espectacularidad de Shakespeare o de Scorsese: la mayoría de las veces tienen el tono muscular que uno tiene. ¿Cómo se descubre cuál es el propio estilo? A través del tiempo. No hay mejor maestro en la escritura que la práctica a través del tiempo. Auto-conocimiento. Si está bien escrito, siempre será un buen texto, soporte la prueba del escenario o no. Sanchís Sinisterra opina que hay textos teatrales que únicamente sirven para ser leídos mientras que son irreprensentables, y otros textros, en cambio, son representables.

6.Los distintos géneros literarios exigen aproximaciones diferentes. En el caso de la narrativa, uno puede seguir a pie juntillas el Decálogo del Cuentista de Horacio Quiroga y realizar cuentos con éxito. Es un consejo precioso la exigencia de saber adónde uno va cuando comienza a escribir: conocer el final del cuento desde antes. Algunos cuentistas podrán aprovecharlos y otros cuentistas no. Pero, casi seguro que este consejo no es útil para un dramaturgo. Porque aunque uno pueda tener una idea aproximativa del final, o bien escribir de acuerdo a una estructura dinámica, al apagón final lo deciden los personajes. Si uno es lo suficientemente sensible, los personajes fluirán y llevarán a la obra a buen puerto: la obra sucederá. Más allá de que a veces haya que mandarlos a reportarse, por ejemplo, cuando adquiere protagonismo uno que no lo es, en general, ellos son más sabios que el autor. Si están vivos no soportan artificios, de la misma manera que uno no soporta que le mientan o lo engañen. Escribe Ray Bradbury: "Lo que tengo claro cuando escribo, es que quiero que los personajes vivan al límite de sus pasiones y de sus emociones. Quiero que amen, o que odien, que hagan lo que tengan que hacer, pero que lo hagan apasionadamente. Es eso, esa pasión, lo que la gente recuerda para siempre en un personaje. Pero no tengo un plan preconcebido: quiero vivir las historias mientras las escribo".

7.Siempre hay algo mágico e incognoscible en el acto de escribir, siempre uno escribe sobre uno a sabiendas o sin saberlo, y por más que este modesto recetario quiera dar aliento a otros escritores, el momento en que la escritura se manifiesta como una mujer deseable y muy escotada es único y cada uno debe conocer, a las dos o tres líneas o páginas, si debe levantarse y pasar a otra cosa, o seguir intentando la escritura en ese momento. A veces uno elige temas para los que no está maduro. A veces los temas hacen cortocircuito con algo interior de uno y obstaculizan la escritura. Hay que saber decir adiós y emprender otro tema, otra obra, y regresar a ella más adelante. No se trata de dejarla caer en el vacío, sino de darle el tiempo necesario para que madure en lo oscuro, se añeje, como los quesos o los vinos.

8.La corrección es una tarea ingrata pero imprescindible. Es una segunda escritura. El dramaturgo tiene una ventaja sobre el narrador: en el proceso de corrección y ajuste de una obra intervienen muchas personas. El director -que no siempre lo odia a uno-, los actores -que no siempre son unos perversos narcisistas-, y todos aquellos que trabajan en el escenario. Cada uno aporta su idea para que la obra pierda opacidad y gane en vida. Todos los consejos se merecen ser escuchados; uno debe tener el espíritu y los oídos abiertos.

9.Nada garantiza que uno llegue a escribir obras buenas, inolvidables. Ni siquiera portar amuletos o ser bendecido por el Sai Baba: nada. Escribía Antón Chéjov en una carta: "Para escribir una buena obra de teatro uno debe contar con un talento especial; se puede ser un excelente hombre de letras y al mismo tiempo escribir obras chapuceras; escribir una obra pobre y después transformarla en una buena obra -elegir un nuevo foco, tachar, agregar, insertar monólogos, resucitar a los muertos, enterrar a los vivos-; para esto se requiere un talento mucho mayor. Es tan difícil como comprar un par de pantalones viejos de soldado y tratar de sacar de ellos, a toda costa, un frac." Uno está solo cuando escribe, pero por suerte después están los demás, que dan sus opiniones, a veces buenas, constructivas, estimulantes, y a veces no tanto. Al final, quedan los amigos para escuchar la lucha de uno con la obra que escribe, y al final del final, cuando uno ya tiene agotado a todo el mundo, por lo menos permanece abierto el bar de la esquina. Porque la regla de oro sin duda es la siguiente: un escritor siempre tiene que vivir en una calle donde haya un bar en la esquina.


Notas

1 Todos los ejemplos de los recursos propuestos están escritos en la nota al pie. Son modestas ideas y frases, de una poética simple, cuyo único objetivo es compartir con el lector el proceso de escritura de una obra.
2 Pongamos por caso, una mujer con un vestido rojo parada en lo oscuro.
3 Una mujer tiene puesto un Perramus, debajo de él asoma un vestido rojo, está parada en lo oscuro y espera.
4 Tiene un aire a Lauren Bacall.
5 Esta mujer viene de una fiesta, espera al hombre que le dio una cita clandestina ahí, él es casado o ama a otra.
6 Ella silba.El llega, tiene sombrero y bufanda blanca y un aire irremediable a Humphrey Bogart.Ella: Estaba segura de que no ibas a venir.
7 Adela.
8 Adela nunca insultaría. Adela no pide las cosas con una fórmula de cortesía, sino que dice, por ejemplo: "La sal", y extiende el brazo.
9 Adela quiere que irse de la ciudad con el hombre. El hombre, Humphrey, quiere que se queden.

Tengo que volverte a ver

Por Betiana Medina

Está fue la frase que eligió García para promocionar “el regreso” y esa era la premisa: ¡volver a verlo!
La última cita que tuve con el señor Say no more fue hace exactamente dos años. Un lunes por la noche con mi confidente y un wisky en la barra de El teatro, mientras el barman nos comentaba que Charly cuando bajó del avión, de uno de sus viajes a Chile, lo primero que dijo fue “conseguime un tiro”. Esa noche lo encontramos maravilloso en su propio caos, con el enojo fácil. Los motivos iban desde un error en el sonido (el genio no los tolera) a un plomo que en lugar de dejar la botella de champán sólo le sirvió una copa. Esa noche la intimidad del show nos invadió y me dejó la sensación de que algo no estaba bien. Tiempo después el caos llegó a su límite, a ese lugar que ni el propio artista puede soportar.
Ayer 23 de octubre de 2009, miles de personas fueron testigos del renacer de las cenizas de este ave poderosa que siempre mantuvo su libertad.
La primera parada fue en un bar cerca de casa. Y mi compañera de emociones era alguien que por primera vez iba a un recital. Nos tomamos una cerveza mientras la ansiedad empezaba a picar en la sangre y ahí nomás arrancamos. El viaje fue largo. Es el karma de vivir al Sur. Casi todo lo que me gusta pasa del otro lado del puente Pueyrredón. No podíamos captar la frecuencia del clima del recital. Por más que no esforzamos, el único clima que percibimos fue que la noche caía con una tormenta que parecía el fin del mundo, pero nosotras sabíamos que el fin del mundo ya pasó, así que no problem.
Llegamos a Plaza Constitución, donde los hombres al salir del trabajo también tienen su happy hour, con lata de cerveza o cajita de vino en mano. Lo bueno es que se vuelven muy amables y muchos nos indicaron cual era el mejor camino a Velez según su parecer. Así subimos al 96. No recuerdo ninguna anécdota en éste colectivo pero sé que Charly no se hubiese tomado un tren. Nos bajamos en Liniers, esperando ver las remeras gastadas. Pasada ya la hora señalada pero no pasaba nada . Hasta que cruzamos el paso nivel y tímidamente los brazaletes aparecieron. Todo inspiraba paz y se notaba que la euforia había quedado en otro lado.
Entramos por la puerta seis intentando buscar un buen lugar, lo que se complicaba por varios motivos: una idea comercial de habilitar un VIP dentro del campo y que alejó mucho al público y una pantalla muy pequeña. En ese momento decidí que lo importante iba a pasar por mis oídos y no ya por mis ojos. Y así fue. Charly fue una voz que sobrevoló Velez. No recuerdo con que tema empezaron pero entre los elegidos hubo regalos inesperados. Temas como canción de 2x3, no te animás a despegar, Adela en el carrusel, llorando en el espejo, me encontraron cantando en pleno silencio, en ese donde las almas se conmueven. Y sumado a esto, la presencia del Flaco. Ese Spinetta que alguna vez dijo que a Charly son más las cosas que lo iluminan que aquellas que lo ensombrecen. Y naturalmente en esa noche ambos iluminaron y fueron el impermeable para tanta lluvia. Así lo dijo García: Say no more es impermeable, estamos haciendo música sub acuática.
Ya no importa si esta gordo o flaco, si se mueve lento y sigue pensando rápido. Charly concentro su fuerza en la voz, que hacia años que no se oía tan bien, hizo arreglos a temas que rozan la perfección y eligió los mejores aliados para recomenzar el vuelo. Los chilenos, que deben ser de lo mejor que hay por esos lados, Hilda que con su voz cuida cada canción y el Zorrito que se calza parte de la histriónica del show. Y por sobre todo, más allá de todo, antes y después, siempre: la música.

Hablan los que escriben. Hoy responde: Juan Diego Incardona.

Cuando leo a Incardona siento que estoy leyendo a un amigo. Hay una identificación con el universo que narra que me da la sensación de que lo conociera. Algo que no me pasa, por ejemplo, con Alan Pauls . Pero hay algo en lo que se parecen: son dos escritores notables.
Su primer libro se llama Objetos maravillosos.
Salió por Tamarisco y aún no pude leerlo porque a Solano no llegan los libros de editoriales independientes. Pero conozco personas, tengo varios amigos artesanos, que están enamoradas de ese texto. Y lo llevan a todas partes en su morral y lo tienen tan sabido que te lo pueden recitar de memoria en un bar a las tres de la mañana.
Luego llegó Villa Celina.
Un título que da cuenta de una identidad y un territorio de pertenencia. Ese texto lo puso a Incardona en la vidriera y lo hizo conocido por las razones correctas. Son relatos que nos muestran a un escritor que supo abordar una temática compleja desde adentro. Se notaba que era una zona conocida para el autor. Y pudo escapar a la banalización de la pobreza. Estamos en presencia de una épica de lo cotidiano, donde la aventura está presente en medio de todas las carencias y necesidades no resueltas. No es fácil escribir de ese modo sobre ese tema. Y ahí está el talento del tipo para zafar de todos los lugares comunes con los uno se encuentra cuando lee una historia que involucra a los pobres. Nada de eso. Los personajes de estos cuentos tienen una dimensión significativa que les da vida a las historias. Y, por supuesto, está el oído del autor para retratar el habla, los giros, el léxico propio de cierto grupo que se convierte, sin intención, en una suerte de estudio sociolingüístico sobre los habitantes de Villa Celina.
Uno que es de San Francisco Solano lee este libro y siente que te están hablando directamente a vos, de lo que pasa en tu barrio. Y el que te lo cuenta es un vecino que escribe como los dioses. Y es algo que me gustaría destacar: la prosa de Incardona es lo que convierte a la lectura de este libro en algo maravilloso. La forma que encontró de hacernos llegar estas historias.
Ahora llega una novela. El campito.
Cuando junte unos pesos lo voy a comprar y leer con ganas. Ya va a llegar. Está primero en mi lista de lecturas para cuando cobre el mes que viene. Ya falta poco.
Hoy responde Juan Diego Incardona

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
La enciclopedia de los pequeños.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
Guerra de los mundos, de H.G. Wells.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Crónicas del ángel gris, de Alejandro Dolina.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Música a todo volumen.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:
Un cuento en el colegio secundario sobre un puente grúa que se caía y aplastaba a los obreros.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
En internet: cuentos seudo borgeanos, que ya no me gustan nada. En papel, un diario sobre mi trabajo de vendedor ambulante, titulado Objetos maravillosos, un libro al que le tengo mucho cariño.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
Un libro sobre eventos paranormales e historias de mutantes en el conurbano.

9.Un libro imperdible
Dos: Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Hucleberry Finn, de Mark Twain
.
10-Una definición de escritor
Un niño jugando en el barro.

Gracias, Juan.

Agite

Texto leído a las dos de la mañana
en la presentación para amigos
de Partes de guerra
No fue hace mucho. En una fiesta anterior, muy parecida a esta, llena de profesores de lengua y literatura, yo estaba contándoles a mis amigos una idea. Era algo extraña. Sonaba a cuento de ciencia ficción. Y como yo estaba con una copa llena de cerveza en la mano, me miraban como si tuviera uno de esos delirios que se te ocurren cuando estás borracho. Efectivamente estaba en pedo, pero no estaba alucinando. El plan era el siguiente: armar una editorial. Y, si, está bien que no me hayan creído. A las cuatro de la mañana de un domingo, cualquier promesa suena increíble.
Pero vayamos un poco más atrás. Unos días antes de esa noche.
Eran tiempo de la Gripe porcina. Fue este año. Una peste había descendido sobre Buenos Aires y daba la sensación que nos íbamos a morir todos si nos dábamos la mano. El vecino, el amigo, la novia, cualquiera era el enemigo. El contexto era de pánico extremo. Un película de terror ni bien salíamos de casa. Yo vi a mi vecino con barbijo y untándose gel por todo el cuerpo antes de decirme:
-Disculpá, Walter, que no me acerque pero está grave la cosa, ¿viste?- Por supuesto que si. Con gente como esa todo está perdido. Decepcionado, una vez más, del género humano me metí en ese mundo ficticio pero que muchas veces toma una consistencia espesa que lo acerca a la realidad. De todas formas no es. Surfeaba en internet con mi teclado y había una convocatoria mucho más atractiva que las páginas porno. Un loco preguntaba con una falsa inocencia ¿Qué tal si hubiese editoriales por todos lados? Era ese tipo de preguntas que parecen anzuelos para giles. Como no soy muy inteligente respondí al llamado.
La propuesta era cierta. Me iban a enseñar a encuadernar gratis con la condición de que instale una editorial en Solano. Me pareció perfecto. Si había un Frávega, bien podíamos tener nuestra propia fábrica de libros, ¿no? Pero esto lo relato mejor en uno de los cuentos del libro que se llama Meets Funes.

La cuestión es que un tiempo después estamos celebrando por partida doble. Y ustedes saben lo que me gusta festejar. Nunca faltan motivos para descorchar cervezas, destapar vinos, juntarse y ver gente querida, como esta noche. Pero hoy es especial. El motivo número uno es el lanzamiento de nuestra primer criatura. A la que le pusimos Partes de guerra. El título es una ironía sobre el trabajo docente. Ustedes saben que a veces hay que entrar al aula con casco y chaleco antibalas. Entonces nos pareció un buen nombre, ilustrativo y sugerente. Son unos cuentitos autobiográficos. Y el tema es que no hay escrito que no hable de nosotros de alguna manera. Así sea de la vida en Marte siempre estaremos reflejados ahí. Son textos que ya aparecieron en Internet y como había detrás de ellos un trabajo de corrección nos pareció que estaba bueno largarlo al papel y que tengan una nueva vida. Ahora están ahí para el que los quiera disfrutar o poner debajo de la cama si está desnivelada. Como verán es un libro útil. Hay varias razones para comprarlo. Y además, en estos escritos pude encontrar una forma personal de narrar mi mundo. Y a mi me gusta el lugar donde vivo y lo que hago. De eso hablo en los cuentos. De Solano, de Calzada, de Lomas y de ser pobre y de ser docente en tiempos de destrucción. Cómo hacer para construir un mejor lugar y que no todo sea una mierda. Perdón por esa mala palabra, yo sé que destrucción suena feo, pero lo tenía que decir.
Y ese orgullo de pertenencia me llevó a armar la editorial. Este es el segundo motivo de esta reunión. Y el más importante. Porque es un proyecto colectivo, que son los que me interesan. Esos que buscan integrar y reunir personas. Lo de siempre: juntarse, armar movidas, hacer agite y sacudir un poco la modorra de la rutina y buscar aventuras y, si da, escabiar. A esta editorial le pusimos Mancha de aceite porque somos grasas y porque mi vieja siempre me decía que una mancha de aceite no sale con nada y luego me gritaba:
-Así que si te manchas con aceite te cago a palos.
Una dulce, mamá. Le mando un saludo ya que estoy. Le agradezco traerme a este mundo asqueroso. Te pasaste, vieja. Muchas gracias.
Entonces, me gustaba la idea de algo que perdure en el tiempo, que no sea fugaz, que se mantenga y quede en pie cuando nosotros dejemos este planeta para irnos de gira a ciudad lápida. Porque, lamentablemente, no somos inmortales. ¿O si? No, ni ahí. Así que dejar un librito como testamento de nuestro paso por esta tierra no está nada mal.
Por otra parte esta es la primera editorial independiente de Solano y la segunda más chica de Latinoamérica. Qué groso. Porque la idea es publicar a la gente de Solano y alrededores. Hacer conocer a los escritores de la zona. Ahí vamos a descubrir cosas maravillosas. Si conocen alguno, denle mi mail o mi teléfono. No, mejor mi mail nada más. No quiero ningún loco llamándome a las tres de la matina.

Así que acá estamos. Festejando la inauguración de una editorial, en tiempos en donde nadie lee, y sacando nuestro primer libro cuando el precio del papel se fue al carajo. Son dos razones excelentes para llevar adelante esta fiesta dónde la literatura se muestra en todo su esplendor y donde queremos mostrar que podemos tener nuestra cultura y mostrarla al mundo. Es eso. Nada más y nada menos. Los sueños se pueden cumplir y por fin los buenos ganamos una pequeña batalla. Y eso tiene un gusto sabroso.
Y ahora a emborracharnos que esto recién empieza.




El principio es todo



Por Martín Rez


Recuerdo estar de la mano de mi mamá. Aún no era de noche. Yo tenía seis años. Ella unos cuantos más. Estábamos haciendo una cola larga. Hacía poco que habíamos salido de un pequeño infierno y en ese momento no la estábamos pasando nada bien, pero era un paraíso comparado con lo que habíamos dejado atrás. Mi vieja llevaba una olla en la mano. Yo la miraba y veía que su semblante había mejorado bastante. Uno no sabe lo que es libertad hasta que escapa de una cárcel. Su rostro ya mostraba unas ligeras muecas, casi sonrisas. Esas eran buenas señales. Por ahí se mandaba unos chistes sin gracia. Yo me reía de la pura felicidad que me causaba ver que esa mujer había recuperado el alma.
Avanzábamos lentamente. El suelo de tierra bajo nuestros pies. Unas casas interminables a los costados y el cielo empezaba a ponerse negro sobre nuestras cabezas. No era lluvia ni nada, solamente la noche.
Se nos vino la noche. Una vez más.
Finalmente nos tocaba a nosotros. Mamá extendió la olla con las dos manos y una señora gorda revolvió con un cucharón enorme algo en una olla mucho más grande que la nuestra. Sacó el cucharón y en dos volcadas nos cargó de comida.
Cuando volvíamos para casa, mamá no podía darme la mano, así que la tomé del pantalón. Me daba seguridad saber que tenía algo de que agarrarme. Entramos al ranchito que se sostenía a duras penas y me senté a esperar el morfi. Teníamos un solo plato hondo, en donde mamá me sirvió. Largaba un humito de propaganda nuestra cena. Y un aroma que prometía muchas alegrías. La vieja comió en la olla directamente. Mientras le dábamos duro a la cuchara, miraba a mamá. Ella comía tranquila, saboreando cada sorbo con el tiempo necesario como para degustarlo. Yo le entraba como si fuera un cerdo en el barro. Así era la vieja: enseñaba sin decir una palabra. Esa es la cena más hermosa que recuerde. Y yo, casi vente años después, aprendí.

Luego de vagar y buscar respuestas en lugares equivocados, me di cuenta que todo estaba ahí. Ese era un comienzo increíble. La vi a mi vieja empezar de nuevo. Desde cero, desde menos diez, con al lona en los talones y, lo mejor de todo, sin miedo en los ojos. La vi mezclar las cartas y tirarlas sobre la mesa y pararse, sacar pecho y enfrentar el viento y no mirar atrás.
Nunca es tarde. Nunca es una palabra de mierda.

Todo lo que vino después no me costó nada porque lo peor ya había pasado. No he cambiado casi nada desde entonces. No creo que el tiempo haga mucho con nosotros. Todo se define muy pronto en la vida. Por eso la escritura vino como consecuencia natural. Un escape a mejores mundo. Y antes la lectura como refugio. ¿Qué mejor que un buen libro cuando tu mundo se cae a pedazos? Lo que quiero decir es que nunca pude zafar de lo soy y que ahora me puedo aceptar, y entenderlo me llevó demasiado tiempo; sin embargo, a veces pasa, como en este caso, que tarde es el momento indicado.
(Fragmento)

Happy hour


Comienzo de la primera cerveza.

Un amigo estaba trabajando en un colegio secundario, tenía un séptimo, que funcionaba en condiciones espantosas (ventanas sin vidrios, baños clausurados, suciedad en los salones, ausencia de tiza y pizarrones) y me dijo una tarde en un bar de Lomas:
—Si esos pibes terminan aprendiendo algo, va ser a pesar del colegio.
Veníamos del acto público. No habíamos conseguido laburo. Sin embargo no podíamos dejar que el ánimo agachara la cabeza. La tarde estaba encantadora. Cruzamos en diagonal la plaza que está frente a la municipalidad, agarramos Irigoyen y luego Laprida, la peatonal. En nuestros hogares, nos decíamos, no había nada atractivo, nada interesante. Teníamos tiempo para perder. Nadie tenía reloj ni celular. Era lo más cerca que se podía estar de la libertad en estos momentos. Se avecinaba una noche preciosa, cálida y con una brisa tierna. Doblamos en la primer esquina que encontramos para escapar de una multitud excitada por comprar cualquier cosa y al toque nomás vimos una mesa y dos sillas. Un barcito, de esos que venden fritura y nada sano. Un cartel destartalado que franqueaba la vereda tenía anotado con letras blancas en fondo negro y signos de admiración: cerveza a ocho pesos. Sin dudarlo nos sentamos y pedimos una bien fría. El fin de semana estaba a un suspiro y nosotros pensando en el contexto como condicionante para la adquisición del aprendizaje. O en cómo hacen unos pibes para sobreponerse a la mala suerte de nacer sin ninguna oportunidad a la vista.

Hablan los músicos. Hoy responde: Santiago motorizado


Amor a la electricidad. Una introducción

Voy a subir al techo a ver, admiraré el desastre bajo la luz de la luna gigante. Ellos lloran abajo del árbol, arriba del árbol, detrás del árbol. Tuve miedo pero ya se fue. Ahora estoy arriba de mi casa con un rifle. A ver mi próximo movimiento.
Este pequeño poema en prosa pertenece a una banda platense llamada El mató a un policía motorizado. Salió de su último disco, El día de los muertos, que (como tiene siete temas) le dicen despectivamente EP. Ya sé, esas taxonomías idiotas no sirven para nada ya que no ayudan a comprender la obra. No te da herramientas ni puntas de análisis, solo están para clasificar, seccionar, nominar; como si eso fuera algo importante. Cosa de periodistas y revistas de rock. Uno que se emociona cuando escucha algo hermoso no piensa en eso, se deja llevar por una de las pocas manifestaciones celestiales que existen.
La canción se llama Mi próximo movimiento y la primera vez que la escuché recordé algo que ya sabía, que el arte puede convertir en belleza imágenes desoladoras y terribles. Tiene el don de la alquimia.Las canciones de rock que más me gustan son aquellas que conjugan la violencia poética con la locura tierna de una buena melodía. Y El mató tiene eso que hace que me enamore de una banda.
Hace unos sábados los fui a ver en vivo por primera vez. Un lugar pequeño, poca gente. Un espacio perfecto para disfrutar este tipo de bandas en las que lo único que importa es la música. Sin imposturas ni rock stars que caguen la noche. Fue un show tremendo que disfruté y que perduró en mí hasta unas horas después de que terminó. Eso de Tuve miedo pero ya se fue dicho face to face me afectó como lo hacen ciertas oraciones en determinados momentos de tu vida. Hermosa como un labio partido, fue la línea que le mostró a un joven Lou Reed el camino de su arte como compositor. De eso se trata, de modificar con palabras las concepciones gastadas que se tiene de la realidad.
Cuando salimos del lugar era tarde y ya no había más colectivos para volver a casa. Gracias al cambio de horario teníamos que esperar una hora más, en una noche con un frío inesperado. Entonces fuimos a hacer tiempo a una estación de servicio. Con treinta pirulos encima estábamos haciendo cosas de pendejos. Con Patri recordábamos partes del recital. Cuáles le gustaron a ella, cuáles a mí. Hablábamos del sonido. De lo malo que era con las otras bandas y de pronto subieron ellos y todo sonó muchísimo mejor. Decíamos lo bien que tocaban cada uno de los integrantes (ese batero, por dios). Y que la voz de Santiago no se parecía a ninguna otra y eso era buenísimo. Y, claro: esa lírica. La poética de una banda que trabaja a nivel estético, con imágenes poderosas y cautivantes viajando sin tiempo ni lugar, fotografiando desastres no tan imaginarios. Se trata de no claudicar ante lo cotidiano y contemporáneo. Hablar de lo importante y dejar de lado el día a día para intentar ser atemporal. Y nada más atemporal que el Apocalipsis, ya que todos los años es el fin del mundo. Así es: El mató a un policía motorizado es el soundtrack del fin del mundo.

Las horas parecían de chicle en la estación de servicio. Mientras, trataba de recordar cómo fue que había llegado a conocer a la banda. No lo podía recordar con exactitud. Pero me di cuenta de que eso no importaba en lo más mínimo. Cuando uno necesita a ciertos artistas ellos aparecen sin que se los busque demasiado.
Recuerdo que, cuando era pendejo, leí en la sección Cultura de Clarín una pequeña reseña que decía que había un personaje de Crimen y castigo que se llamaba Raskolnicov y separaba a las personas en Ordinarias y Extraordinarias. Justo lo que estaba buscando. Arribó a mi pálida existencia Dostoievski y desde el momento en que abrí ese libro mi vida no fue la misma.
De lo que sí me acuerdo claramente es de cuando conocí a Bob Dylan. Fue uno de esos encuentros trascendentales en mi vida, una verdadera historia de amor. Comenzó en el Tower Récords de Santa Fe y Callao. Ahora ese lugar no existe más. Era un espacio para escuchar música que no encontrabas en otro lado. Era como el Lado B de Musimundo. Yo trabajaba de lavacopas en un restorán italiano que quedaba a la vuelta. En esa cocina éramos todos de provincia, cada uno tenía un acento diferente, lo que le daba a las charlas una melodía encantadora. Cuando terminaba mi turno me iba a Tower, me ponía los auriculares y escuchaba los discos que exhibían ese día. Me quedaba horas porque me encantaba esa música y también porque no quería volver a mi casa.
Un día, en el restaurant, metieron a trabajar una chica. Cuando entré a la cocina ella ya estaba ahí. Y para hacerla corta, me enamoré, salimos y me dejó por otro. Por un compañero. Esas cosas duelen. Mucho. Yo no tenía tanta experiencia en esta clase de dolores así que me impactó con esa intensidad inolvidable que tienen las primeras veces. Entonces estaba hecho mierda buscando explicaciones en lugares equivocados hasta que uno de esos días en los que fui a escuchar discos, recorro con la mirada y veo que ya los conozco a todos. Llego al final del local y observo la tapa de un disco: era un joven con una mirada juguetona y extraviada. Una mirada rara. La foto era en blanco y negro y luego de unos segundos me pareció que el mirado era yo. Como un zombie autómata tomé los auriculares y comencé a escuchar una guitarra acústica. Cuando salió la voz del tipo, una voz carrasposa, gangosa, expresiva, que alargaba las vocales de una manera perturbadora, sentí una conmoción. De pronto estaba en otro mundo. Solitario y concentrado escuché el disco de principio a fin, y cuando concluyó, el hechizo no desapareció. Había sido abducido por algún tipo de magia profana que no traté de cuestionar. Miré la tapa nuevamente y leí: Bob Dylan. Era un disco doble y, supe después, era un pirata oficial de la gira del ´66 en la que él, inquieto, se volvió eléctrico y a la gente no le gustó un carajo el movimiento y en ese recital uno de los asistentes le gritó Judas. A esa altura Dylan no hacía Música, era el Dios de una Religión cuyos feligreses creían perdido.
El disco salía más de lo que contenían mis bolsillos. Debí esperar a cobrar para comprármelo. Cuando lo tuve en mis manos lo escuchaba una y otra vez como si releyera el más complejo de los ensayos. Y ya me había olvidado que hacía un tiempito atrás estaba devastado (¿cómo se llamaba esa mina?). Las heridas estaban curadas gracias al Doctor Dylan. Desde entonces, mi médico de cabecera.
Los colectivos no llegaban, eran las dos y monedas y (nos avisó la chica de la estación de servicio) recién comenzaban a pasar a las tres y media. Patricia miraba el disco de El mató y después me lo pasó. Lo vendían en el recital. Hacía un tiempo largo que no compraba discos originales. Me los bajo por Internet. Pero este lo quería tener. Todavía vive en mí cierta debilidad fetichista por estos pequeños objetos caros. La tapa recuerda a cierto imaginario de cine de terror clase B. Destrucción y muertos vivos. Y yo que nunca me sentí atraído por lo bizarro me la quedo mirando fijamente. Pienso en que en estos tiempos paranoicos y violentos esa imagen dice mucho. Y estoy arriba de mi casa con un rifle, expresa esa sensación del ciudadano que se siente víctima de un peligro inminente, que al no saber de dónde va a venir, mejor estar preparado.
Pienso en que lo poético tiene una fuerza increíble y que esa ausencia de referente inmediato, esa ambigüedad, lo hace atravesar, como una lanza certera y brillante, épocas disímiles y nunca ser anacrónico. Siempre tiene algo para decir sobre cualquier época porque aborda lo esencialmente humano. El miedo, el valor, la vida, la muerte, esas cosas.
Por fin vino el colectivo. Temblábamos de frío y lo único que queríamos a esa altura de la madrugada era dormir. Las tres y media pasadas; ya no estábamos para esos trotes. Pero valió la pena. Por supuesto que sí. ¿O no, Patri?, le pregunté cuando teníamos las frazadas hasta la nariz. No me contestó, sin embargo yo sabía que ésa había sido una salida maravillosa. Esperaba que eso de los zombies no la jodieran para dormir. Patri es propensa a las pesadillas. Decidí que lo mejor era quedarme despierto para cuidar su sueño.
Puse el disco, me preparé un café, y luego apreté play.
Patri durmió como un bebé.

Hoy responde: Santiago Motorizado

1-¿Cuál fue el primer disco que escuchaste?
Que recuerde, uno de Paul McCartney con una osito en la tapa.. la canción era hermosa, con un video animado de unas ranas. Lo vi en la tele.. y lloré para que me lo compren, era muy chiquito.. Esperá que me fijo de que año era.. tenía dos temas.. el mismo del lado b pero sin la voz principal.. bueno, no encuentro el año, pero debe ser tipo.. 85, una cosa asi.
Aca dejo un link con el video, http://www.youtube.com/watch?v=kkZ8Mzpj948 ... lo acabo de ver, muy emotivo, je.
2-¿Cuál fue el primer disco que compraste?
El primer disco que compré fue Loco Live de los Ramones, no tenía lectora de cd, pero lo vi en oferta y lo compré igual.
3-¿Cuál fue el primer disco que robaste? :
A un amigo de de un amigo.. me apropié el primero de Foo Fighters, todavía lo tengo por ahí, debería regalarlo.. o dejarlo en algún lugar, donde sea facil de robar, para purificar mi alma..
4-¿Cuál fue el primer disco que influyó en vos de alguna manera?
Todos los discos son infuencia, pero uno que me marcó mucho fue el primer cassette de Embajada Boliviana. Cuando lo escuché me cambió toda la percepción sobre la música, se escuchaba horrible, pero hermoso a la vez, el low fi.. entender que no importaba la calidad sonora, si no las canciones.. y de alguna manera esa calidad le daba un clima único, fue increible.
5-¿Qué necesitás para ponerte a componer?
Una Guitarra y saber que puedo grabar lo que hago en algún lado.. en el reproductor de mp3, en la compu.. o en el contestador de algun teléfono.
6-¿Qué fue lo primero que compusiste?:
Mis primeras canciones fueron Guitarra Comunista, Sábado, nuestro verano y Escupime..
7-¿Qué fue lo primero que grabaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Grabé muchas cosas, algunas perdidas.. Pero con canciones propias, el primer disco de El mató, no me gustan algunas letras, pero me gusta haberlas hecho.. representan ese momento y está bien.
8-¿ Cuál es tu mejor canción?
No se, la que mas me gusta de las editadas.. puede que sea El Día del Huracán, o Mi Próximo Movimiento, o El Último Sereno.. Igual mis preferidas todavía no las grabamos, pero lo haremos pronto.
9-Un disco imperdible
Miles de discos.. ahora le estoy dando masa a Odessey and Oracle de los Zombies
10-¿Qué es el rock?
No se, como una especie de brazo del arte.. mas emparentado con una actitud, pero que con el tiempo se fue desvirtuando. Creo que ahora, la actitud.. o esa carga espiritual por fuera de lo puramente musical o poético, existe mas en el rock independiente, y en el arte independiente en general.. mas despojado de cliches aburridos y nosivos. No se bien, pero se que hay que dejar todo en la cancha.
11-Una definición de músico
Músico, no se.. el que hace música es músico.. lo que sea.

Gracias, Santi.

Lengua y literatura. Hablan los alumnos. Hoy: Marisol Sánchez


…pasa que cuando el profesor no le pone onda y vos te das cuenta… como que no te da para escuchar ni nada. Igual a mí mucho no me gusta la materia. Por ahí un poco leer cuentos y eso sí está bueno, pero un toque nomás si no se hace re denso y me cuelgo. Lo que sí, la historia no tiene que ser muy fantasiosa porque sino no está buena. No sé, una vez un profesor leyó algo que pasaba en Marte o no me acuerdo donde, era en uno de esos planetas, y eso no está bueno porque no pasó de verdad y a mí me gustan cosas que pasan de verdad. Como cuando una película comienza diciendo basado en un hecho real ahí me recontra engancho porque sé que pasó y no me están mintiendo. En cambio si me quieren contar de una historia que pasa en 2030, por decir algo, ya no me gusta. Eso no pasa de verdad.

Marisol es alumna de octavo en una escuela de Claypole. No quiso que publiquemos su imagen. Pronto tendremos más declaraciones sobre una materia de la cual hay mucho para decir y, por supuesto, escuchar.

Gracias , Marisol

¡La FLIA no para! Por suerte

FLIA TOLOSA o Tolosastock!

Así es, las Flias se expanden por ciudades, pueblos, cruzan fronteras, ingresan en la selva, estallan llevándonos a conocer distintos lugares, distintas personas, distintas luchas. Viene el sol, y no hay sombra que lo oculte; Poesía a la medialuna entre los escombros, sobre las vías abandonadas, música para caracoles y huertas en proceso..--Imágenes. Desde Flia La Plata impulsamos Flia Chaco el 14 y 15 de Noviembre, por eso mismo resolvimos pasar la Flia de Tolosa para el Sabado 21 del mismo mes. En una de esas si sale algún bondi o algún transporte de estos pagos hacia allá quizás algunxs podamos ir a hacer el aguante, a mostrar nuestras cosas, a dar una mano o lo que se necesite. Así también al no coincidir las fechas, desde allá quizás puedan venir para estos pagos.
Será luna llena?
Interveniremos o intervendremos?
:::
En claro---------------------------------
14 y 15 de Noviembre
Flia Chaco!!!!!!!
Todos los que podamos
para allá.

21 de Noviembre
Flia en Tolosa!
Todos los que puedan
para acá!!!!
----------------------------------------
Entonces: Se abre la convocatoria a todo tipo de artistas, editores, difusores, copadxs, revistas, diseñadores, fotografxs, cineastas, periodistas, etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc A LAS REUNIONES ABIERTAS AL GALPÓN DE TOLOSA TODOS LOS VIERNES A PARTIR DE LAS 5 DE LA TARDE. Para saber mas del Galpón: http://galpondetolosa.blogspot.com/
La Entrada al mismo está en Calle 3 y 526 desde Tolosa, y a 200 metros de la estación de tren metiéndose por el camino de tierra entre los galpones.

A Chaco no creo, pero a Tolosa vamos de una. Bien por la FLIA. Ahí estaremos con nuestros hermosos libritos. ¡No falten!
Seguiremos informando...
Abrazo y que sigan bien

Hablan los que escriben. Hoy responde: Marcelo Figueras.

Uno puede conocer a un escritor en cualquier parte. Por ejemplo, como me ocurrió a mi con Figueras, en las páginas de una revista de rock llamada La Mano, la que dirige Pettinato. En la maravillosa feria de Solano, los ejemplares de esa revista se consiguen a uno o dos pesos. De otra forma no podría comprarla. Mi sueldo da para el alquiler, la comida y una o dos veces al mes ir al cine. Con lo que nos queda compramos para fabricar los libros. Hasta ahí llego.
Recuerdo que ese primer encuentro se dio a partir del número especial dedicado a la marihuana. Ahí, la nota de tapa la escribió nuestro entrevistado de hoy. Fue un texto sumamente inteligente para una cuestión gastada y de la cual parece no haber mucho más para decir. Sin embargo Figueras le pudo dar una mirada lúcida y para nada condescendiente que reflejaba el poder de la escritura, las palabras elegidas, más que del tema a tratar. Era un texto donde se notaba el pulso literario, el trazo de un escritor más que de un periodista.

Luego vinieron las críticas de cine para la misma revista. Y pude descubrir una nueva manera de ver películas. Por que comprendí que eso también se aprende. No alcanza con poner en el devedé un film por día. Hay un aprendizaje que realizar más allá del placer. Pensar, por ejemplo, en El padrino. Películas como esas te cambian la vida porque te enseñan algo que no sabías, aportan una visión de mundo que ensancha el tuyo. Ese era un link interesante ya que el tipo era guionista además. Una verdadera sorpresa que lo convertía en un espécimen extraordinario dentro del medio. ¿Cuántos críticos de cine hacen su paso al otro lado? Ese salto, del lugar de espectador al de creador, tránsito peligroso, había sido valioso. Y pienso en esa gran película que es Plata Quemada. Que adaptaron, a cuatro manos junto a Piñeyro, su director, de esa enorme novela de Piglia. El diario de rodaje, cuyos fragmentos salieron en la Rolling Stone, es una demostración de amor por el cine y produce en el lector una entrañable admiración, si es de esos que adoran, como yo, el séptimo arte. Y la buena nueva es que acaba de estrenarse Las viudas de los jueves. Film que lo tiene como guionista junto a Pineyro. La máquina sigue su marcha. Por suerte.


Y estaban los libros también. Aquarium, es el último.

Alejandro Soifer publicó una elogiosa crítica de él. Pero es una cuenta que a mí me falta saldar. Y el tema aquí es la falta de recursos. Esa es una cuestión que hay que tratar en algún momento: el precio de la literatura. Con las ganas de leerlos no alcanza, hay que pagarlos a esos libros. Y cuando el billete escasea hay que definir prioridades. Y la desazón te gana y uno con la ñata contra el vidrio siente que se está perdiendo algo bueno. No importa, ya voy a poder conseguir esas obras de alguna manera. Tengo tiempo. Eso es lo bueno de los libros, van a estar ahí para cuando uno esté preparado para ellos.

Hoy responde Marcelo Figueras.

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
El primero que hoy recuerdo es una versión de Robin Hood que había pertenecido a mi madre. Me marcó para siempre con su mezcla de aventura y deseo de justicia: eso de quitarle al que se ha enriquecido vilmente para darle al que sufre hambre aunque quiera trabajar… Y al mismo tiempo, como se trataba de una de las versiones ‘completas’ –esto es, que no terminaba con el regreso de Ricardo Corazón de León sino con el triste final de su familia, y con la muerte a traición de Robin- me enseñó que ni los héroes ni las historias maravillosas obtienen necesariamente un happy ending. Me resultó educativo, en el más profundo de los sentidos.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
¿Con mi dinero? (Porque con el dinero de padres y parientes compré infinidad de libros: empezando por toda versión de Robin Hood con que me topase. ¡Llegué a tener más de diez!) Algún Cortázar, supongo. O uno de la colección Minotauro: Crónicas marcianas de Ray Bradbury, El señor de los anillos…

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
Uno de cuentos de Jack London. Y no lo robé de una librería, sino de una casa de familia. Pero no se lo digan a nadie.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Los que me convencieron de que contar historias era lo mío fueron muchos: Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, Oliver Twist, la serie de Sandokán, La Ilíada y La Odisea, la saga del Rey Arturo…

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Silencio y una buena taza de café negro.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
Aventuras que servían de guión para jugar con mis amigos. Una adaptación de Hamlet. Historietas. Y finalmente cuentos. Un profesor de la secundaria leyó uno de esos en voz alta delante de toda la clase. La respuesta de mis compañeros fue buena, y sirvió de aliciente.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Un cuento de fantasy a lo Tolkien que salió en una revista que editaban compañeros de la universidad. De este no me acuerdo casi nada, por fortuna. Pero el que sí significó mucho fue uno llamado La estrategia de Malory, porque ganó el segundo premio de un concurso que organizaba una revista literaria que yo adoraba: El Péndulo. Aparecer en un librito con ese sello fue un sueño hecho realidad para mí. Y el cuento no estaba del todo mal…

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?
Una novela que mezcla géneros que amo –épica, fantasy, ciencia ficción, horror- y que saldrá por capítulos en internet a partir de septiembre de 2010: se llama El rey de los espinos.

9-Un libro imperdible
Moby Dick, de Herman Melville.

10-Una definición de escritor
Alguien que no encuentra otra manera de aprender a vivir que dándole rienda suelta a su imaginación.


Gracias, Marcelo

El premio del escritor/a


La escritura garpa. No en billetes, por supuesto. Pero muchas cosas hermosas pueden ocurrir cuando un libro es puesto en libertad para que lo disfruten los demás. Por eso, escritor/a tímido/a del Sur, dentro de poco sacamos Humo. El próximo queremos que sea el tuyo.Estamos recibiendo material. Poesía y narrativa.
No cobramos a los autores por editar. Y ya que coser los libros nos cuesta un huevo, nos tiene que gustar. Es el único requisito. El mail es: editorialmanchadeaceite@hotmail.com.
Queremos mostrarle al mundo los escritores de Solano y toda zona Sur. Vamos a conocernos, pegar onda y, si te cabe, tomar una cerveza.
Así que mandá tus escritos. Copáte. Va ser un placer.


Que sigan bien.
Abrazo grande.

Se viene el segundo libro

Muy pronto
Seguiremos informando...

Hablan los poetas. Hoy responde: Daniel Durand.


Uno quiere aprender. Porque de eso se trata estar vivo. Con la editorial recién habíamos sacado nuestro primer libro, así que cuando Funes, con su habitual generosidad, me invitó a formar parte de una mesa de editoriales artesanales-autogestionadas, dije que sí de una, sin dudarlo. Era en la Biblioteca Nacional. Llegamos con Patricia un poco apurados. Estaba planeado que comenzara a las seis. Arribamos sobre la hora y todavía no había empezado.Tomamos aire y nos tranquilizamos. Teníamos una ansiedad controlada porque nunca habíamos participado de esta tipo de eventos; y de ningún otro. La novedad trae la fiebre del descubrimiento. Por fin algo que nos saque de la sucesión de horas rutinarias y grises.

En la charla hablé poco. No tenía mucho para decir, más bien intentaba tomar nota de todo. En la mesa estaban los de Clase turista, La funesiana, Colección chapita y nosotros. Todos reunidos por Editorial Tamarisco.

Daniel Durand, cabeza de lanza de Colección chapita, me sorprendió con la relación que estableció entre lo artesanal y la tecnología. Habló con la seguridad que da el conocimiento, la sensibilidad y la experiencia. Hasta que en un momento agarra su mochila, muy tranquilo, saca una carpeta de tres solapas y de adentro extrae la mitológica revista de poesía 18 Wiskys. Aquella que produjo un verdadero sismo dentro del sistema literario poético de los noventa. Todavía hoy se sienten esos temblores. Entonces, ese gesto mínimo, representó la importancia de la obstinación cuando se tiene algo importante en el alma y en las manos. Fines del 2009 y Durand seguía en la misma: trabajando para mantener viva la poesía, editando a jóvenes poetas y poniendo el cuerpo y la tecnología para que salgan libros bellos, ingeniosos, desconcertantes. Como antes-pensar en ediciones Del Diego, por ejemplo. Ahora era con Colección chapita. Seguir, seguir con la misma pasión, de eso se trataba.
Por él, por su invitación, llegamos a la primera FLIA que se hizo en La Plata. Ahí fuimos vecinos de puestos. Y el tipo demostró que no sólo es un tremendo poeta, léan Segovia, entre innumerables poesías, para constatarlo, sino también una gran persona. Lo que ayuda para hacer del mundo un lugar menos malo, más agradable. Algo así como encontrar un buen poema.

Hay tantos libros de Durand que aún no tuve el placer de leer,



ya que no los pude conseguir, que siento que me estoy perdiendo una parte importante de la historia reciente de la poesía de esta parte del planeta. Solano tiene esas cosas. Lo mejor nos pasa por encima. Es que Durand es uno de esos escritores por los cuales uno tiene que patear librerías y estantes y preguntar mucho. El tipo lo vale. Se los puedo asegurar.


Hoy responde Daniel Durand.

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
Siempre me hacen esta pregunta y siempre respondo algo diferente, me parece que no tengo un recuerdo exacto de cual fue el primero pero siempre cuando me hacen esta pregunta se me vienen a la mente muchos recuerdos: leía permanentemente la enciclopedia ilustrada “Lo Sé Todo” que afortunadamente tuve desde niño, lo mismo que el diccionario Sopena, me encantaba leer las definiciones de las palabras, y lo leía como se lee una novela, palabra por palabra. Leia mucho la colección de revistas “Selecciones” de mi abuelo José y los Corín Tellado de mi tía Ofelia, todo eso antes de los 12 años. Los primeros libros que recuerdo son Bomba, el príncipe valiente, la vuelta al mundo de Antonio Pigafetta y una novela extraña que un compañerito de mi hermana le regaló para su cumpleaños número 8, sin saber de qué trataba, se llamaba “El Dragonard” que ahora googlié y averigué que era de Rupert Gilchrist. Por supuesto nadie la leyó, ni mi hermana ni mis padres, y yo la agarré a los 12 años y era una novela re porno de un tipo que tenía una plantación de algodón y se cogía a todas sus exclavas, eso fue increible para mí, a los 12 años en concordia en el año 76 aproximadamente, tengo muchos más recuerdos de esa época, podría seguir un rato más con las novelas sobre perros, las de Dickens, la revista Nippur de Lagash, la condorito y Piturro que besaba a las chicas abriendo la boca tan grande que se las comía.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
Lamentablemente, Juan Salvador gaviota de Richard Bach! Jaja… pero uno de los primeros que compré fue “las puertas astrales” que es un libro esotérico que me enseñó a visualizar, eso todavía lo tengo como una de las cosas más importantes que aprendí de chico, a visualizar.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste? :
Robé cientos, no recuerdo cual fue el primero, pero te cuento que una vez nos invitaron a leer poemas a rosario, por el 91 más o menos, leímos en la hermosa librería de Vites y otro poeta rosarino, que creo que era Carlos Basualdo, ahí vi por primera vez en venta los tres tomos plateados de “en el aura del sauce” de juan ele, estaban muy caros, yo enloquecí, los agarré, y salí corriendo hacia la terminal y me tomé el primer micro de nuevo a Buenos aires, antes de que arrancara el micro en la terminal me palpitaba el corazón, pensaba que Vites y Basualdo me venían persiguiendo!

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
No sé, ni idea, me impactaban los cuentos del Tata Díaz, que era un viejito vecino a mi casa que salía a la tarde a sentarse en la vereda, igual que nosotros, y él me contaba historias de peleas de perros que él había tenido, otra vecina me contaba de cuando se le apareció el lobizón a la noche en su cocina, y que ella se arrodilló y se puso a rezar hasta que desapareció, esas historias ocupaban mi mente de niño, pero el primer libro que leí a los 14 o 15 años en el que de alguna manera reconocí una calidad literaria fue Cien años de soledad.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Necesito perder ansiedad pero estar activado mentalmente, la depresión pone mi mente en blanco y no solo no escribo sino que no hago nada, la excitación me pone violento y obtuso y escribo boludeces, necesito un estado intermedio para escribir algo decente, una lucidez tranquila, pensar que comprendo la porción del mundo en la que me toca vivir. Pero en realidad no necesito nada y no tengo recetas, Para poder escribir solo es necesario escribir.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:
Un poema de amor, un acróstico con el nombre de la chica de la que estaba enamorado: Élida Alejandra Giorgio, el relato de la escritura de este poema está en mi libro Segovia.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
El primer poema que publiqué fue un soneto en una revistita de Paraná que se llamaba “arco iris”, cuando tenía 14 o 15 años, yo había mandado una carta y a los meses recibí una carta con dos o tres ejemplares de la revista y el poema mio publicado, yo sentía que me había ganado el premio nobel… El primer libro que publiqué fue “la maleza que le crece” que me lo publicó Darío Rojo en ediciones amadeo Mandarino, ahora pienso que debería haber publicado antes otros libros, más cercanos al momento de su escritura, especialmente Segovia, pero no estoy arrepentido de haber publicado ese librito, yo ya tenía más de 30 años cuando lo publiqué y no me pasó lo que le pasa a muchos escritores que publican material muy inmaduro tempranamente y luego se arrepienten, yo no estaba ansioso por publicar porque leía mucho en recitales y con eso me era suficiente.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
En este momento estoy contestando unas preguntas que me hizo Walter Lezcano, un escritor de Solano… jaja! Este año estoy más dedicado a la escuela de poesía y edición que armé acá en mi casa taller y haciendo los libros de la “colección chapita” que dirijo con el “Mati Fillol” y por eso no estoy escribiendo nada, toda mi energía creativa y literaria está puesta en estos emprendimientos, pero se viene otra etapa de escritura, la siento cosquilleando en los brazos… estoy esperando el momento propicio para dar el golpe, el gran golpe! Ja!

9-Un libro imperdible
Hay muchos, en este momento estoy trabajando mucho con “poemas” de ricardo carreira publicado por “atuel”, es un libro realmente imperdible, pero pienso en poemas imperdibles o claves, mas que en libros, y en ese sentido los poemas que mejor funcionaron este año en mi taller en cuanto a la recepción y sus resonancias y comentarios son “cadáveres” de perlongher y “Punctum” de gambarotta, el primero del 80 y el segundo del 90. De los últimos años rescato “el Maldonado” de miguel angel petreca, y de los últimos poetas que he conocido me gustan mucho carlos Godoy, Julián bejarano, francisco bitar y mariana suozzo, por nombrar algunos publicados en “colección chapita”

10-Una definición de escritor
No hay ninguna, no tengo idea, yo con mi energía creativa y facilidad manual soy escritor y editor, pero siempre pienso que esa misma disposición la hubiese podido usar para hacer música, ser plástico, malabarista o un buen arquero.

Gracias, Daniel.

Hoy: el futuro. Les presentamos a Verónica Jeschke

Dejavú

Lo cité en un bar para ver su rostro, para hablar de los logros obtenidos desde que nos separamos y para – si quedaba tiempo después de tanta charla- acostarnos.
Pasaron diecisiete años desde que lo vi por última vez, desde que terminamos.

Diecisiete años tenía yo cuando empezamos a salir. Lo vi por vez primera en una parroquia del barrio que se llamaba San Martín de Porres. Él tocaba la guitarra en esa iglesia, que por un tiempo, fue también su morada. Sus padres eran los caseros hasta que toda la familia fue invitada muy amablemente por el sacerdote a retirarse del hogar celestial. ¿El motivo? Su madre se quedó con una buena parte de las colectas dominicales. Eso me gustó de ella. Tuvo agallas para robarle a Dios en su propia cara.

Todos le decían “el negro” porque efectivamente era negro. Pero no del todo como el mulato Santo Patrono, sino que más bien tenía un tono de piel tipo café con leche. Yo en lugar de “el negro” le hubiese puesto de apodo “marroncito” o “el marroncito” ; “beige” o “el beige”… sin duda, tales seudónimos, le hubieran sentado mejor con su fisonomía.

La cuestión es que “el negro” me gustó desde el principio. Era un negro feo, como decían mis amigas, pero a mi me atraía.

Tenía una boca graaaaaaaaaaaande. Esa súper boca, se adornaba con dientes torcidos y un poco amarillentos producto del tabaco. El negro fumaba como un escuerzo, según palabras de su madre. Para mí, cada pitada, tenía su encanto.

Sus ojos eran pequeñitos y no tenía nariz. De tener… tenía, pero no se lo había comunicado a su cara. O quizás, lo que realmente sucedía, era que entre tremenda boca pasaba desapercibida.

Era alto y flaco; con una cinturita perfecta pero para el cuerpo de una mujer. Su cabello, no merece descripción ya que ni con las metáforas más trabajadas podría obtener un poco de belleza. Sinteticemos de la siguiente manera: su pelo era apocalípticamente feo.

Su voz era grave, armoniosa, perfecta. Me enamoró su voz, tal vez porque salía de esa monumental boca.

A él no le quedó más remedio que enamorarse de mí. Para verlo me hice fiel devota de San Martín de Porres y todos los domingos estaba en misa puntualmente.

Puntual, por lo menos hubiese sido puntual. Llegó 17:20, con veinte minutos de retraso. Durante la espera terminé un café. Cuando llegó, ordené otro, doble con leche. Él pidió lo mismo. No se decidía entre las mínimas opciones de la carta.

Seguía igual a la última vez que lo vi. Fumaba de la misma manera. Como apurado, como si el cigarrillo se le quisiera escapar de las manos, como si le fueran a salir patitas y con ellas corriera y corriera tres o cuatro cuadras. Por eso lo apretaba rígidamente, cual morza , en esos enormes labios.

Diecisiete años pasaron y seguía igual.

Le pregunté por sus hijos. Tenía dos con distintas mujeres. No me importaba saber de ellos. No quería conocer nada, pero me gustaba ver cómo sus labios se movían para responderme, aunque no escuchara nada, ni los nombres de esos críos, nada absolutamente nada…

Nada, ninguna explicación me dio cuando descubrí que me engañaba. La susodicha era una madre sin esposo, con quien se besuqueó en la calle Bulnes – nunca supe si en la de Bs. As. o la de Quilmes -

Me contó sobre sus hijos. Sus labios danzaron de una manera demasiado sensual.

- ¿Cómo se llama tu hija?
- Lucía. Es preciosa. Tiene doce años y es muy parecida a su padre: serena, refinada, inteligente.

Mientras le respondía me preguntaba si él también vería mis labios silenciosos danzar o si escucharía realmente lo que le decía.

- ¡Escúchame lo que te digo! ¡No te quiero volver a ver! ¡Se terminó para siempre!

Terminamos el café. Nos amamos con la mirada. Reímos, recordamos, hablamos, soñamos. Pedí un jugo de naranja. Él volvió a ordenar lo mismo que yo. El tiempo se detuvo. No nos queríamos ir del bar.

No quise buscarlo. ¡Que se vaya! En un mes no lo lloraría más. En un año lo olvidaría, en diecisiete años estaría muerto…

- ¡Diecisiete años!, repetíamos a cada momento en el bar.

La vida afuera estaba pasando.

Me miró y me dijo que se hubiese casado conmigo. Lo miré y le dije que yo pagaría la cuenta. Treinta y cuatro pesos y cinco de propina.
Pensé en que me resultó demasiada barata la aventurilla.

- Fue una aventura. Esta chica me persiguió y sin darme cuenta terminé en una aventura. Me dejé llevar.

Eran las 20:30 hs. No nos quedaba tiempo para revolcarnos. La vida afuera seguía su curso.

En la vereda del bar le hice señas a un taxi. Antes de abordarlo le dije que me gustó verlo y, como si fuera la heroína de una telenovela brasilera, pronuncié la siguiente frase: “lo mejor será no vernos nunca más; no me busques.” Peculiar lenguaje el de las mujeres.

- No me llames, no me busques. Andáte con ella y su hijo.
¡Puuum!, Rojo y Negro de Stendhal aterrizó en su cabeza. Lo tomé de la mesa de luz y se lo arrojé. Para su desgracia, en aquella época estaba leyendo una obra de quinientas cuarenta y siete páginas. Literalmente, Rojo y Negro, le voló la cabeza.

Cerré la puerta del taxi. Por la ventanilla estiré mi brazo. Él enlazó su mano con la mía hasta que los dedos se dejaron soltar.

El taxista aceleró dejando un humito caliente en la atmósfera. Me di vuelta y por el vidrio trasero pude ver a aquel adolescente, ahora con edad de adulto, totalmente inerte. Parado, miraba como el taxi se hacía cada vez más chiquitito hasta desaparecer en la avenida.

No me buscó. No me buscará. No entiende el peculiar lenguaje de las mujeres. De pronto, como en un dejavú, recordé la noche en que se alejó de mi casa como un leño arrastrado por la corriente del río, aquella en la que le arrojé por la cabeza mi ejemplar de Stendhal.


Fin

Dedicado a todos aquellos que deciden una y otra vez no decidir.
Verónica Jeschke