Agite

Texto leído a las dos de la mañana
en la presentación para amigos
de Partes de guerra
No fue hace mucho. En una fiesta anterior, muy parecida a esta, llena de profesores de lengua y literatura, yo estaba contándoles a mis amigos una idea. Era algo extraña. Sonaba a cuento de ciencia ficción. Y como yo estaba con una copa llena de cerveza en la mano, me miraban como si tuviera uno de esos delirios que se te ocurren cuando estás borracho. Efectivamente estaba en pedo, pero no estaba alucinando. El plan era el siguiente: armar una editorial. Y, si, está bien que no me hayan creído. A las cuatro de la mañana de un domingo, cualquier promesa suena increíble.
Pero vayamos un poco más atrás. Unos días antes de esa noche.
Eran tiempo de la Gripe porcina. Fue este año. Una peste había descendido sobre Buenos Aires y daba la sensación que nos íbamos a morir todos si nos dábamos la mano. El vecino, el amigo, la novia, cualquiera era el enemigo. El contexto era de pánico extremo. Un película de terror ni bien salíamos de casa. Yo vi a mi vecino con barbijo y untándose gel por todo el cuerpo antes de decirme:
-Disculpá, Walter, que no me acerque pero está grave la cosa, ¿viste?- Por supuesto que si. Con gente como esa todo está perdido. Decepcionado, una vez más, del género humano me metí en ese mundo ficticio pero que muchas veces toma una consistencia espesa que lo acerca a la realidad. De todas formas no es. Surfeaba en internet con mi teclado y había una convocatoria mucho más atractiva que las páginas porno. Un loco preguntaba con una falsa inocencia ¿Qué tal si hubiese editoriales por todos lados? Era ese tipo de preguntas que parecen anzuelos para giles. Como no soy muy inteligente respondí al llamado.
La propuesta era cierta. Me iban a enseñar a encuadernar gratis con la condición de que instale una editorial en Solano. Me pareció perfecto. Si había un Frávega, bien podíamos tener nuestra propia fábrica de libros, ¿no? Pero esto lo relato mejor en uno de los cuentos del libro que se llama Meets Funes.

La cuestión es que un tiempo después estamos celebrando por partida doble. Y ustedes saben lo que me gusta festejar. Nunca faltan motivos para descorchar cervezas, destapar vinos, juntarse y ver gente querida, como esta noche. Pero hoy es especial. El motivo número uno es el lanzamiento de nuestra primer criatura. A la que le pusimos Partes de guerra. El título es una ironía sobre el trabajo docente. Ustedes saben que a veces hay que entrar al aula con casco y chaleco antibalas. Entonces nos pareció un buen nombre, ilustrativo y sugerente. Son unos cuentitos autobiográficos. Y el tema es que no hay escrito que no hable de nosotros de alguna manera. Así sea de la vida en Marte siempre estaremos reflejados ahí. Son textos que ya aparecieron en Internet y como había detrás de ellos un trabajo de corrección nos pareció que estaba bueno largarlo al papel y que tengan una nueva vida. Ahora están ahí para el que los quiera disfrutar o poner debajo de la cama si está desnivelada. Como verán es un libro útil. Hay varias razones para comprarlo. Y además, en estos escritos pude encontrar una forma personal de narrar mi mundo. Y a mi me gusta el lugar donde vivo y lo que hago. De eso hablo en los cuentos. De Solano, de Calzada, de Lomas y de ser pobre y de ser docente en tiempos de destrucción. Cómo hacer para construir un mejor lugar y que no todo sea una mierda. Perdón por esa mala palabra, yo sé que destrucción suena feo, pero lo tenía que decir.
Y ese orgullo de pertenencia me llevó a armar la editorial. Este es el segundo motivo de esta reunión. Y el más importante. Porque es un proyecto colectivo, que son los que me interesan. Esos que buscan integrar y reunir personas. Lo de siempre: juntarse, armar movidas, hacer agite y sacudir un poco la modorra de la rutina y buscar aventuras y, si da, escabiar. A esta editorial le pusimos Mancha de aceite porque somos grasas y porque mi vieja siempre me decía que una mancha de aceite no sale con nada y luego me gritaba:
-Así que si te manchas con aceite te cago a palos.
Una dulce, mamá. Le mando un saludo ya que estoy. Le agradezco traerme a este mundo asqueroso. Te pasaste, vieja. Muchas gracias.
Entonces, me gustaba la idea de algo que perdure en el tiempo, que no sea fugaz, que se mantenga y quede en pie cuando nosotros dejemos este planeta para irnos de gira a ciudad lápida. Porque, lamentablemente, no somos inmortales. ¿O si? No, ni ahí. Así que dejar un librito como testamento de nuestro paso por esta tierra no está nada mal.
Por otra parte esta es la primera editorial independiente de Solano y la segunda más chica de Latinoamérica. Qué groso. Porque la idea es publicar a la gente de Solano y alrededores. Hacer conocer a los escritores de la zona. Ahí vamos a descubrir cosas maravillosas. Si conocen alguno, denle mi mail o mi teléfono. No, mejor mi mail nada más. No quiero ningún loco llamándome a las tres de la matina.

Así que acá estamos. Festejando la inauguración de una editorial, en tiempos en donde nadie lee, y sacando nuestro primer libro cuando el precio del papel se fue al carajo. Son dos razones excelentes para llevar adelante esta fiesta dónde la literatura se muestra en todo su esplendor y donde queremos mostrar que podemos tener nuestra cultura y mostrarla al mundo. Es eso. Nada más y nada menos. Los sueños se pueden cumplir y por fin los buenos ganamos una pequeña batalla. Y eso tiene un gusto sabroso.
Y ahora a emborracharnos que esto recién empieza.




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