Hablan los que escribe. Hoy responde: Federico Fahsbender


por Walter Lezcano
1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

¡Difícil! Uno de nursery rhymes en inglés en el jardín de infantes bilingüe al que iba de chico. A los 4 recitaba de memoria “Humpty Dumpty”, por ejemplo. Todavía me fascina ese tipo de narrativas, cosas como “Old Mother Hubbard”, el concepto de métrica y rítmica que tienen es muy intenso. A los 6, mi papá, Mario, me regaló una colección de Espasa Calpe, una mini-enciclopedia de 24 tomos, con unas ilustraciones preciosas, que se llamaba “Ven a Conocer El Mundo Y Todos Sus Países”, y viajaba a lo loco en mi cerebro hiper estimulado por mis papas y mis tías y abuelas. Era un chico muy retraído, muy aislado en su mundo, el resto de la sociedad no parecía muy convincente, y no me aceptaba tampoco. Y lo mejor de todo fue mi abuela, que me regaló unos tomos viejos que se llamaban “Lo Sé Todo”: había biología, botánica, ciencia, exegesis muy raras de la Biblia, unos tomos publicados en los 50s que también fue un libro muy imporante. El olor del papel viejo era falopeante, las ilustraciones eran retorcidas, era como un grimoire auténtico, un libro prohibido a su manera. Y era sumamente cientificista, algo que era hijo del rigor, de la excelencia. De chico leí el Antiguo Testamento y fue muy fuerte, todavía me mata ese nivel de construcción mitológica, de trabajo de arquetipos. Ahora, libro-libro, “The Lord of the Rings”, a los 10, luego “The Silmarillion” y los “Unfinished Tales”. Tuve una infancia rodeada de mitos, que me ayudaban a soportar la dificultad de muchas situaciones. Esa mitología tan completa y poderosa fue como un colchón, de esos que están en las paredes de los loqueros y los psiquiátricos. Al no tener un papa físico, tenía a J.R.R.


2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?

Primero debería ser un disco: “Appetite for Destruction” de Guns N’ Roses. Cuando tenía 9, le pedí a mi mama que me lo compre y me detonó el culo. Me hizo sentir libre, como que yo ya no le pertenecía a la Iglesia, a mi familia, a los maestros del cole o al Estado sino a mí mismo y que la vida no tenía por qué ser gris. Y que compré con mi plata, con mis moneditas, un combo de Lovecraft a los 11, de esos gloriosos que editaba Alianza en los 80s, que tenía “The Shadow Over Innsmouth”, una nouvelle que me enseñó uno de los conceptos que más valoro y uso: el sentido de la monstruosidad. Todos los años trato de releer la mayor cantidad de Lovecraft posible.


3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

Decenas. Era el Ronald Biggs de las bibliotecas ajenas, me cebaba la idea de robar, me parecía totalmente punk, robar material impreso. De chico vivía manoteando el correo ajeno, por ejemplo, por una canción de los Dead Kennedys, “Stealing People’s Mail.” De chico, ya que estamos retro, la moda entre los lacras y los desclasados punks y metal de Zona Norte era caer en fiestas de gente cheta y birlar todo lo que hubiera aprovechando el descontrol alcóholico de los dueños de casa. El que más agradezco haber robado de la biblioteca de una cheta muy dandy y bien leída que en secreto me gustaba fue “Una Temporada En El Infierno”, de Rimbaud, la traducción de Girondo, porque me hizo ver que la poesía no era una boludez, que no era Gustavo Adolfo Becquer, que podia ser rabiosa, contundente, agitada, y contener algo inherentemente hermoso y vital, un poder que hoy me parece supremo. Y lo escribía un pendejo de 19, no un viejo anglo al filo de morir. Era posible, era ahora, y podia ser yo. Nadie tenía que decírmelo. Eso es el punk en el fondo.


4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

En sus formas y conceptos, todos los que antes te mencioné. Pero todo lo que me influenció, sea literatura, música, artes plásticas o pensamiento politico, todo fueron ideas fuertes escritas por personas fuertes. No hay lugar para la debilidad. Todos esos autores y experiencias que mencioné me moldearon el minicosmos, me dieron una sensación de fortaleza, de resistencia, de propósito y misión. Si ellos y ellas eran importantes, o son todavía importantes, yo no puedo ser menos. Me dieron un sentido de ubicación de mí mismo en alguna línea de la historia.


5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Que haya luz así la laptop me anda, medio atado de Lucky porque fumo y el calefactorcito eléctrico Delonghi que se la viene bancando con altos honores así me entibio los pies. No creo en esa del ritual de la escritura, o como quieras llamarle. A veces leo de escritores que se visten de X manera, o toman determinado té importado, y me cago de risa. Muy irreal.


6-¿Qué fue lo primero que escribiste?

Cosas muy personales, catárticas, que eran vías de escape ante lo que vivía. Eran el desafío a la suerte. Como ahora. La tesitura no cambió en 14 años desde que escribí mi primer poema. Y sobre lo primero que escribí, era, bueno, muy psycho-killer. Era un llamado de atención, quería ver cuán grotesco y escandaloso podia ser, un Barbazul, un Gilles de Rais, me alucinaba la figura de la violencia gratuita y el dominio, asesinos como Albert Fish, por ejemplo. O las letras de Chris Barnes y Alex Webster en Cannibal Corpse, que estaban excelentemente hechas. Si alguien exhuma esos papeles del Cinturón Ecológico, le pido los queme.


7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

“Grimoire de las Chicas de Emi”, 92 páginas, salió por Nulú Bonsai este febrero. Recién a mis 27 años publico un libro, no por falta de autoestima, siempre tuve mucha seguridad sobre mis textos, pero quería encontrar mi voz, refinarla, depurarla. Había participado de lecturas de poesía hace unos años, pero lo que se leía normalmente eran pelotudeces, un sentido retorcido del kitsch, que en definitiva es el rico riéndose del pobre. Como que si no leías algo sobre Estela, la conchuda de la peluquería, o algo así, no tenías sentido, y si te preocupabas por cosas como la vida, el sexo, la muerte, la trascendencia y esos metatags tan importantes, peor aún. Y si tu educación era anglo, si no eras un latinoamericanista, peor todavía, eras el Diablo. Apareció Nulú Bonsai, los conocí por Facebook, me acerqué, hice una lectura, y la recepción fue grossa. Goyo y Gris, los editores, me propusieron publicar, y en 3 meses entregué el manuscrito. Me honra ser parte del colectivo que es Nulú, está pasando algo, hay voces. Y a “Grimoire” lo veo genial, estoy super orgulloso, puse mi pie en un punto de la línea histórica. Son 5 años de mi vida enrollados y escritos, tirados a la suerte, cosas que me desvelan, que me duelen, que te dolerían si te las explicase, o te alegrarían muchísimo. Me interesa ser testimonio vivo. Ser honesto. Mi periodismo es otra cosa, soy periodista hace 10 años, empecé de cronista en Gente cuando tenía 18, y amo mi profesión, con todos sus sinsabores y cosas así. El día que vi mi primera nota publicada, mi primera firma, no lo podia creer. Mi abuela estaba estallada de felicidad, mi vieja lloraba. Era el Diego con el gol a los ingleses, el Sputnik en órbita, Krishna levantando la montaña con un dedo. Sentís esa validación de tu esfuerzo, que es real, que está en un papel. Y que esa de escribir también contenía cheques que pagaban alquileres, viajes, morfi, etcétera.


8-¿Qué estás escribiendo en este momento?

Mi próximo libro, “La Jungla Vaporosa del Guadatatí”


9-Un libro imperdible

“Finnegan’s Wake” de James Joyce en su idioma original. El tomo de la poesía completa de Allen Ginsberg que editó Penguin hace 2 años. O los Libros Sagrados de Thelema, recibidos por Aleister Crowley, y el Libro de La Ley específicamente.


10-Una definición de escritor

Alguien que dice y debería decir cosas importantes. La palabra no es libre, es un privilegio, y ese privilegio se conquista por la fuerza de las ideas. Me baja el corazón y el pito un par de centímetros ver que la mayor parte de mi generación produce una cultura minima, tibia, boluda y chata que indefectiblemente va a ser tragada por el tiempo. La fuerza de tus ideas es tu única garantía. ¿Por qué debería escuchar una pelotudez? Hay cientos haciendo cola esperando e intentado encontrar su lugar para decir algo que para ellos o ellas es importantísimo, es la definición de sus vidas. Y creo en el escritor como un científico, en el rigor que el método implica. No creo en cosas como “Ay, me inspire”, Hay que ganarse el título, el cargo, no te lo podés arrogar así nomás, y el cargo se gana investigando, estudiando, leyendo para aplicar, depurando y entrenando esa voz propia de la que hablaba. Yo no quiero nabos contando cosas graciosas. Si quiero un chiste, tengo dos temporadas de los Muppets en DVD sin salir de casa. Hay que hablar de temas, hay que dirigirse a esos temas, y hay que oponerse a lo que te quiera tirar abajo. Escribir es dejar tu marca en el tiempo, “Fahsbender estuvo aquí”, o quien sea. Los mejores gladiadores son los que sangran pero no mueren.
Gracias, Federico

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